Más de 80 países en la COP30 exigen hoja de ruta para eliminar los combustibles fósiles

La presión internacional por abandonar petróleo, gas y carbón crece, con implicancias concretas para exportadores como Argentina.

Política y Regulación19/11/2025RedacciónRedacción

El pedido de una hoja de ruta global para eliminar gradualmente los combustibles fósiles, firmado por más de 80 países en la cumbre climática COP30 en Belém, representa un giro significativo en la diplomacia climática. A diferencia de ediciones anteriores, el documento impulsado por una coalición liderada por la UE y pequeños estados insulares exige plazos concretos y mecanismos verificables para la descarbonización, lo que podría consolidarse como un punto de inflexión en las negociaciones multilaterales.

Aunque el texto aún no tiene carácter vinculante, marca una tendencia regulatoria con impacto directo sobre mercados de energía, decisiones de inversión y acceso a financiamiento internacional. Si se avanza en este sentido, las inversiones en petróleo y gas deberán enfrentar mayores condicionamientos ambientales y sociales, especialmente en países en desarrollo que aún dependen de exportaciones de hidrocarburos para sostener sus economías.

Para Argentina, este nuevo impulso global implica un dilema estratégico. Por un lado, busca posicionarse como proveedor confiable de gas natural y petróleo no convencional desde Vaca Muerta, en un contexto global de revalorización del gas como fuente de transición. Pero por otro, el endurecimiento de las metas climáticas globales podría acotar la ventana de oportunidad para monetizar esos recursos, particularmente si no se avanzan en paralelo proyectos de captura de carbono, eficiencia energética y desarrollo de renovables.

En términos de política energética, el desafío será doble: defender un modelo productivo viable para los próximos 15 a 20 años, al tiempo que se alinean las inversiones con estándares ambientales exigentes. El papel de instituciones multilaterales, financiamiento verde y mercados de carbono será clave para determinar si Argentina logra insertarse con competitividad en una matriz energética global que, con creciente velocidad, vira hacia un paradigma bajo en carbono.

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