Escasez global de uranio refuerza el valor estratégico del gas de Vaca Muerta

El desbalance entre oferta y demanda de uranio pone en cuestión la expansión nuclear global. En este contexto, el gas natural argentino gana protagonismo como respaldo de transición energética.

Energía05/09/2025RedacciónRedacción

La advertencia de la World Nuclear Association sobre una posible escasez estructural de uranio de aquí a 2040 agrega una nueva capa de incertidumbre al panorama energético global. A medida que la demanda se duplica, pero la producción minera cae, los proyectos de nueva generación nuclear enfrentan riesgos de demoras, sobrecostos y mayor dependencia de proveedores como Rusia. Para países como la Argentina, este escenario refuerza el valor estratégico del gas natural de Vaca Muerta como fuente de energía flexible, segura y disponible durante las próximas décadas.

El gas ya es clave para sostener la transición energética en momentos de baja disponibilidad renovable. Ante el posible estancamiento nuclear por falta de insumos, su rol se vuelve aún más crítico. Argentina, con reservas probadas en Neuquén y un creciente plan de infraestructura —como el gasoducto Néstor Kirchner y las plantas de licuefacción en análisis—, podría posicionarse como proveedor confiable en un contexto global de escasez y alta volatilidad.

Además, una crisis en la cadena del uranio podría retrasar la sustitución de combustibles fósiles en varias regiones del mundo, lo que haría que el GNL gane peso relativo como insumo de seguridad energética. Esto puede reconfigurar los precios internacionales del gas y acelerar inversiones en proyectos de exportación, donde Argentina compite con actores como EE.UU., Qatar y Mozambique. Vaca Muerta, por su bajo costo y alta productividad, tiene una ventaja relativa si se consolida la infraestructura adecuada.

Finalmente, la alerta nuclear también expone la necesidad de diversificar tecnologías de generación. La Argentina, que ha invertido en energía nuclear, debe ahora balancear sus apuestas estratégicas. Fortalecer el gas como vector de transición —no solo para el consumo interno, sino como fuente de ingresos por exportaciones— es una decisión que puede definir el perfil energético del país en las próximas dos décadas.

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